¿Te has planteado alguna vez cuál es la motivación que tienes cuando comes? ¿No crees que la pirámide de la nutrición saludable está muy clara? Pues sí, está clarísima. Todos conocemos cuáles son los alimentos más sanos y los que debemos comer…. ¿y por qué no seguimos la pirámide a rajatabla? la respuesta a tal misterio la tiene la Psiconutrición.
Dicen que eres lo que comes, pero también, eres lo que piensas. Creo que la digestión empieza en el cerebro, justo en el momento en que aparece la imagen de un exquisito plato de tallarines a la parmesana en forma de imagen holográfica ondeando en nuestra mente, tan nítida y real, que hasta podemos olerlos. Ese es el momento en que conscientemente decimos; «voy a preparar unos tallarines a la parmesana», pero no te engañes, ya has empezado el proceso de digestión en tu mente.
Estos son los 4 secretos de la Psiconutrición:
1-¿Qué comes?: Conocer los alimentos, sus componentes y función en el cuerpo humano. Si sabes elegir bien, comer será un placer.
2-¿Cuánto comes?: Fundamental, te recomiendo seguir la siguiente premisa: nada en exceso.
3-¿Cuándo comes?: Esto es muy muy importante. No es lo mismo comer algo a las 8h de la mañana, cuando te dispones a iniciar un gran día, que a las 23h. cuando estás a punto de ir a dormir.
4-¿Dónde comes?: Esencial. Muchos malos hábitos están relacionados con el lugar donde comemos. ¿Te suena lo de ir picando por la cocina? ¿o comer sin sentarte en la mesa? Comer sentados en la mesa, con armonía y tranquilidad es un placer. Un apunte: por favor, dejad las pantallas fuera de vuestra vida durante el rato de comida y cena. Vive la vida real. No dejes que una pantalla interfiera en tu comida o cena.
Reflexiona sobre estos puntos y plantéate qué papel juega el hambre, como instinto básico de conservación y supervivencia del ser humano. La respuesta es cristalina: en la sociedad occidental en la que vivimos, un papel discreto.
La Psiconutrición te enseña a distinguir entre el “hambre real” y el “hambre emocional”, a diferenciar los alimentos por su valor energético mientras disfrutas de lo que comes.
En el momento en que decimos: “ay madre mía, ¡me tengo que poner a dieta!” viene a mi mente la prohibición de ciertos alimentos supuestamente “malos” y otros, los más sosos e insípidos, que según nos dice el papel que cuelga de la nevera, son “buenos”
No estoy de acuerdo. No hay alimentos buenos ni malos. Sólo alimentos que tienen una función y que provocan una reacción en nuestro cuerpo.
Muchas gracias por leerme. Si quieres saber más, soy Elia Frías, Psicóloga y Experta Universitaria en Nutrición.